domingo, 17 de enero de 2010

Ah no… si yo soy un tipo que nació sin que le pregunten si quería nacer, vivo encerrado en mi cabeza, porque no puedo vivir encerrado en un sótano. Supongo que es porque soy un tipo malvado, una persona asquerosa, despreciable, que aplasta cuanto bicho se mueve, que golpea mesa que se cruza y que insulta a quien puede. ¡Si! Esa porquería de individuo soy, una espina en el ojo, un grano en la frente, un cáncer en el cerebro, un desecho nuclear, eso soy yo. Si me desprecian me pone contento, y si me insultan sonrió, y si me quieren pegar me siento orgulloso. Soy una llaga, un virus letal que perturba y se hace despreciar por los demás. Me la paso tirando barro a la ropa limpia, pongo torcidos los cuadros que están derechos, y si alguien me pregunta algo, pongo la peor cara y sigo derecho, ni pierdo el tiempo en mirarlo a los ojos. Nunca dejo propina, siempre ensucio la mesa con muchas ganas así tienen que limpiar mi basura. Eso soy yo, un ser que le gusta ganarse el desprecio de los demás, un tipo malvado, un ser desagradable y desatento. Que si te puedo meter un palo en la bicicleta lo hago, y si te lastimas es mejor.

Pero… me gustaría que lo que dije anteriormente sea cierto… por desgracia no soy así, tan solo soy un fracasado, un pobre tipo al que le falta algo, quien se siente en las plazas y con una ramita se pone a hacer garabatos en la tierra, un pobre hombre que patea las piedritas hasta su casa así se siente acompañado, incluso a veces, las agarro y las meto en la repisa, para acordarme que aquella pequeña piedra me hizo compañía por unas cuantas cuadras, que cuando llega a casa, camina y camina por los pasillos con la esperanza de que suene el timbre, y sea alguien que viene a dejar algo de felicidad. Creo que tengo un mundo entero para ganar, ya que no tengo nada para perder, porque nunca tuve nada. Pero la verdad es que ya pensar en la felicidad produce tristeza. Es que soy un pichón que se cayo del nido, y busca a su madre para aprender a volar, ¡Bah! En realidad busco cualquier pájaro que me enseñe a volar, que me preste su nido, que tenga alimento para convidarme. Denme una tacita de té caliente y yo sonrió, denme un lugar en donde acobijarme por unos minutos y me sacudo de felicidad, denme una palmadita en la espalda y mis ojos se pondrán lagrimosos… lo que tengo de salvaje es porque nadie me quiso domesticar, lo que tengo de bruto es porque nadie me quiso enseñar, lo que tengo de malvado es porque nadie me enseñó a querer.

Tengo mala suerte en la vida, tengo mala suerte en la muerte, tengo las medias agujereadas, tengo los zapatos sin cordones y los ojos con miopía. Tomo el café bien caliente para quemarme la lengua, y así poder sentir algo de vez en cuando. Siempre pierdo todo, nunca encuentro mis cosas, ya a esta altura de mi vida, mejor dicho, a esta bajeza de mi vida, estoy sospechando que no pierdo las cosas, sino que se escapan de mí. El humo del cigarrillo siempre entra a mis ojos, la comida siempre me sale quemada, y cuando voy a pescar no saco ni agua del río. Seguramente a unos cuantos de ustedes esto les habrá causado gracia, y eso no me llama la atención, siempre se ríen de mí, es por eso que cuando salgo a la calle y camino, voy con la cabeza gacha, haciéndome remolinos en el pelo, buscando una bolsa de papel para metérmela en la cabeza.

Es así, no puedo cantar ni un feliz cumpleaños, y cuando toco un timbre siempre me suena desafinado. La última vez que tuve la cabeza en alto, fue para arrancar una hojita de un árbol que estaba en una ramita bien alta, me acuerdo que intente hacer un velero con la hoja y la rama, pero tan solo me salió un enojo de mi interior por no poder conseguir lo que me propuse, haciendo que la tire a la vereda con mucho desprecio, y después el remordimiento de dañar a aquel pobre árbol que tuvo la desgracia de que pase yo por ahí.

Es así, soy un cactus, que con las lágrimas que se me caen me riego, y con eso me mantengo en pie, soy un pájaro enjaulado. Y todo esto ya me cansó, es por eso que tengo tres palabras para decir… “Yo me voy”.